El análisis químico de decenas de miles de muestras de agua potable tomadas de forma repetitiva en distintos sistemas públicos de suministro en EE.UU. ha puesto al descubierto la presencia de uranio, según un estudio publicado en la revista Lancet Planetary Health.
Un 63,1% de los registros disponibles en la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. de los años 2000–2011 mencionan la detección de uranio y en un 2,1% de los casos sus concentraciones superaron las tasas máximas permitidas.
Además, la distribución de las concentraciones de uranio entre los múltiples sistemas de suministro de agua puso al descubierto ciertas “desigualdades” que hacen más vulnerables a las comunidades hispanas. El análisis estadístico de los datos llevó a los investigadores a la idea de que estas desigualdades pueden deberse a una “falla regulatoria en la protección de comunidades marginadas y no al contexto geológico local”.
Las comunidades hispanas tenían también los niveles más altos de bario, cromo y arsénico en su agua y todo eso independientemente de la ubicación o región, algo que genera preocupaciones por la justicia ambiental, según destaca un comunicado que difundió el 6 de abril la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia (Nueva York).
El uranio es un elemento tóxico y radiactivo, pero su presencia en el suelo es un fenómeno natural y normalmente no está relacionado con la contaminación industrial o militar. Pequeñas trazas de este metal son admisibles y, respectivamente, los seres humanos están expuestos a cantidades diminutas de forma natural.
No obstante, la exposición crónica a niveles bajos de uranio implica varios problemas de salud, como un mayor riesgo de enfermedades renales y cardíacas, mientras que el consumo de altos niveles de uranio puede ser letal. Los autores de esta nueva investigación admiten que en realidad se sabe poco sobre las amenazas que provienen del uranio presente en el agua destinada al consumo.