Dos estadounidenses que se hicieron pasar por agentes federales durante casi dos años fueron arrestados este miércoles y acusados de suplantación de identidad, informan medios locales. A lo largo de este tiempo utilizaron su posición para obtener beneficios, como alojamiento gratuito en un edificio de apartamentos de lujo, tras haber sobornado a los agentes del Servicio Secreto de EE.UU.
Desde febrero de 2020, Arian Taherzadeh, de 40 años, y Haider Sher Ali, de 36, se representaron a sí mismos y se hicieron pasar por funcionarios que actuaban bajo el Gobierno estadounidense, en particular del Departamento de Seguridad Nacional, según los documentos judiciales.
Los hombres se mudaron a apartamentos de lujo y se identificaron ante los vecinos del edificio como “agentes de policía especiales”, contándoles que estaban investigando unos casos de bandas criminales de forma encubierta. También les dijeron que estaban llevando a cabo investigaciones relacionadas con el asalto violento en el Capitolio del 6 de enero de 2021.
Para realizar sus actividades fraudulentas, Taherzadeh y Ali adquirieron insignias y armas de fuego, incluidas pistolas y rifles de asalto, utilizadas por los funcionarios del departamento. Entre las armas de Taherzadeh, se encontraron una pistola Glock 9 mm y un rifle M4.
Según los testigos, los acusados mostraban a algunos residentes del edificio armas de entrenamiento, e incluso sometieron a una persona a un doloroso ritual para novatos, simulando que querían “reclutarla” en su equipo. Y es que llegaron a utilizar un rifle de aire comprimido para “probar” su reacción y tolerancia al dolor.
Entre los objetos encontrados en el registro habían también archivos que contenían información sobre sus vecinos e, incluso, la de muchos agentes federales auténticos que trabajan para la Casa Blanca, además de datos sobre asesores del Congreso estadounidense.
Además, cuatro agentes del Servicio Secreto de EE.UU., cuyas identidades aún no han sido reveladas, fueron suspendidos después de que saliera a la luz que habían ayudado a los delincuentes a llevar a cabo su plan a cambio de regalos como el alojamiento gratuito en pisos con una renta de 40.000 dólares al año, ‘smartphones’ de Apple, sistemas de vigilancia, un dron, parafernalia de las fuerzas del orden y otras cosas. Se da el caso, encima, de que uno de los agentes suspendidos forma parte del equipo de seguridad de la primera dama, Jill Biden.